sábado, 18 de septiembre de 2010

Burbujismos




Observaba hipnotizada el ascenso de las burbujas a la superficie embotellada. Deseando que cualquier estímulo hubiera sido capaz de provocarle grandes reflexiones, pero no era así, simplemente sentía tener problemas de atención. La melodía del maldito teléfono sustituyó su trance burbujista. Miró con desinterés la pantalla y lanzó el teléfono a los pies de la cama.

Una mujer con su guitarra suavemente contaba sus penurias.
"…canciones tarareás, 
empezás inacabás, a punto, 
a punto, a punto de estallá… 
hay algunas que nadie jamás 
quiero que comprendan porque son pa´mi na´más, 
pa´mi corazón, 
pa´ mi pensamiento,
pa´ mi reflexión y pa´ mi…"

Todos tenemos tragedias. 
Airearlas no es algo que me apasione, pero es que dentro crecen. Y pican.

Y el Sr. Demí es especialmente grande y hábil porque sabe dar donde más duele. Destruye muros, fuertes, desata tormentas, y jamás perdió una guerra. Siendo un enemigo tan poderoso la lucha no tiene sentido. Y hablar de esta historia trágica sería agotarse en un monólogo monótono e interminable, porque está aquí para quedarse, y crece diariamente a la par que a mi me aleja. Y alejarse no es solución, sólo hace más daño a todos… a todos

Pero no quiero conservarme en vinagre, ni en formol. Quiero seguir siendo la fresca que tanto molestaba, seguir caminando, y creciendo siempre, eso siempre.

Hay un atajo de papeles marcados con una huella casi arquetípica que me llama. 
Hay un viento fresco nuevo que me susurra emocionantes historias de otras tierras. 
Hay también una llamada, más grande que cualquier idea porque no obedece a la razón que ordena silencio, se encuentra fuera de cualquier explicación lógica, hace vibrar la tierra y se abre paso por mis entrañas camino directo a mi esencia sin pasar por los sentidos que tantas veces me confundieron. 
Me gusta, pero no debo dejar que me empuje, pues soy yo quien debe coger las botas y abandonar a mi compañera, que aunque sea por poco tiempo, hay algo que muere siempre que hago esto. 
Y reducir las cosas al bien o al mal es demasiado simple para una existencia. Existencia que se halla en pausa y formol a punto de lanzarse al abismo sin saber si encontrará duras piedras, hondos y tranquilos mares, o vacío nada más. En tal caso no se preocupa porque últimamente se nutre de él.

Una figura negra se acurrucó a su lado al caer los párpados y los papeles al suelo. Parecía que sintiera lo que iba a ocurrir, pero era sólo un animal. Como nosotros.