jueves, 25 de febrero de 2010

Banksy



Es un artista inglés cuya reivindicativa obra no deja a nadie indiferente. La mayor parte se compone de estarcidos y graffitti, aunque en los medios sus manifestaciones artísticas más conocidas son los cuadros porque son noticia de vez en cuando. Banksy es capaz de colarse en los museos más importantes del mundo y colocar alguna de sus creaciones que pueden permanecer expuestas durante días sin que los encargados de los edificios se percaten. 
Así expresa sus inquietudes, su visión crítica de la política, el arte, la cultura, la moralidad imperante... 

Subversivo, sencillo y estéticamente delicioso.

Con el tiempo se ha ido reconociendo su obra, aunque su persona permanece escondida bajo pseudónimo, llegando a venderse a precios desorbitados. Ironías de la vida, actualmente es admirado por figuras que perfectamente representan aquello que su obra critica

Recuerdo que lo primero que vi fueron sus plantillas y fue mi hermano quien me las enseñó (¡gracias!). Todavía cuando contemplo su trabajo consigue sobrecogerme del mismo modo que aquel día, por desgracia no puedo decir esto de muchos artistas que también me gustan. Así que,  dejó por aquí fotos y vídeos de su trabajo además de un enlace a su página. 

Ojalá te toque la fibra.





















http://banksy.co.uk/




martes, 23 de febrero de 2010

Leonard Cohen



"... The gifts were many and many were the warnings that went with them. 
We are giving you a great heart but if you drink wine you will begin to hate the world. 
The moon is your sister but if you take sleeping pills you will find yourself in the company of unhappy women.
Everytime you grab at love, you will lose a snowflake of your memory."





A thousand kisses deep


miércoles, 17 de febrero de 2010

Matisse_mujer en azul

Al final las cosas tienen la importancia que nosotros les concedemos.

martes, 16 de febrero de 2010

Absorta en el absurdo

Alguna idea revoloteándome, muy lejos aún de madurar, evita mostrarse claramente. 

Creo que sólo necesito dormir, no pensar, más.

Siempre me visita la misma reflexión cuando preparo o vacío la mochila, no puedo evitar comparar los viajes con las mudanzas, no hablo de grandes movilizaciones, con pequeños desplazamientos basta. Ligeros cambios que obligan a concluir una etapa, aunque sea por la inevitable reminiscencia que acompaña a todo este proceso de preparación y movimiento. Me gusta. Reviso acontecimientos, prioridades, pensamientos y actitudes desde una perspectiva más amplia.

Necesito estos alejamientos del mundo exterior, de mi mundo interior, cada vez más frecuentemente. Es un tanto preocupante que transcurrieran apenas dos semanas desde mi última huida y ya me sintiera, no, peor aún, me encontrara estancada. En estado de espera impuesta, a la expectativa de oros, bastos, copas y espadas. Teniendo que cumplir palabras que nunca di, y callándome otras que gritaría, ahogándome en compromisos sin sentido, si sólo fuera uno... pero son muchos, son muchas cosas, y lo peor de todo es que al volver veo que muchas de ellas siguen ahí, que hay cosas que realmente tienen importancia y por mucho que intente adoptar una visión más despegada respecto a mi ser, siguen pesando.  

Nunca palabras en un idioma incomprensible para mi limitado conocimiento me asustaron tanto, y por favor, que sea solamente yo la que tenga que guardar esa última imagen traumática en la retina. Sólo pido eso.

¿Cómo llegué a esto? Ya no hay estación que me excuse, sí, es verdad que el tiempo me afecta demasiado, pero ni con esto puede. Ni siquiera el perro de las lágrimas podría. Bah, para que preocuparse más, mientras antes se toque fondo, antes se esfuman los miedos racionales, que con los otros no hay nada que hacer.

Dejé de creer en el destino, en que las casualidades no existen, en que todos somos especiales y en las medias naranjas, bueno, eso creo que fue lo único que nunca me tragué. Y quizá debería haberme entregado más a la vitamina C que a la adicción al coctel de adrenalina, serotonina y dopamina que me ha llevado a dejar de ser un fin en mi misma. No creo tener un sino, simplemente me he dejado llevar por impulsos que me han convertido en un animal que lleva a los demás a un fin que, por lo menos, espero que les nutra. A mi sólo me calma brevemente esa sed insaciable y me pinta sonrisas pasajeras, como yo. Pero algo no encaja, hay alguna cosa que no encajo como me gustaría.

Finalmente la conclusión, las especulaciones han dejado de revolotear mostrándose desnudas ante mi, y ahí está, maldita sea, es mi inmadurez para afrontar las consecuencias de mis actos y de los inevitables reveses de la vida. 
¿Y eso, cómo se hace? 
Ojalá la almohada me regale la respuesta.

lunes, 8 de febrero de 2010

El perro de las lágrimas de Saramago

Y tampoco merece que le llamen hiena al perro de las lágrimas que sigue a la mujer del médico, no anda olisqueando carne muerta, acompaña a unos ojos que él sabe muy bien que están vivos.


Es difícil andar. En algunas calles, sobre todo en las más inclinadas, el caudal de agua de lluvia, transformada en torrente, lanzó coches contra coches, o contra las casas, derribando puertas, rompiendo escaparates, el suelo está cubierto de pedazos de vidrio grueso. Aprisionado entre dos coches se pudre el cuerpo de un hombre. La mujer del médico desvía los ojos. El perro de las lágrimas se aproxima, pero la muerte lo intimida, da dos pasos, de súbito se le encrespó el pelo, un aullido lacerante salió de su garganta, lo malo de este perro es que se ha aproximado tanto a los humanos que va a acabar sufriendo como ellos.

…al oír estas palabras la mujer del médico empezó a llorar, tendría que estar contenta, y lloraba, qué singulares reacciones tiene la gente, claro que estaba contenta, Dios mío, es bien fácil de entender, lloraba porque de golpe se le había agotado toda la resistencia mental, era como una niña que acabase de nacer y este llanto es su primero y aún inconsciente vagido. Se le acercó el perro de las lágrimas, éste sabe siempre cuándo lo necesitan, por eso la mujer del médico se agarró a él, no es que no quisiera bien a todos cuantos se encontraban allí, pero en aquel momento fue tan intensa su impresión de soledad, tan insoportable, que le pareció que sólo podría ser mitigada en la extraña sed con que el perro le bebía las lágrimas.