jueves, 22 de octubre de 2009

NOTA MENTAL: abolir el "pantojismo"

Mejor dicho, MI "pantojismo". Cada cual elige vivir las relaciones interpersonales a su manera, esto no quiere decir que se puedan o deban controlar las emociones. Lo que sí intento es reinterpretarlas de una forma que me beneficie o por lo menos que no me perjudique. Evitando incurrir en la psicosis, claro. Mejor me explico.

Este mes he vuelto a caer en una espiral de "pantojismo", de sentimentalismo autodestructivo y empalagoso, valga la redundancia. Maldito otoño... no, la culpa no es del otoño, ni del mes, ni de la tormenta de anoche, ni de la telefonía móvil, ni de internet, ni del café. La culpa... la culpa es de los modelos inconscientemente aprehendidos durante la socialización que habitualmente tiendo a imitar. Aunque tampoco, pues en el momento en que estos comportamientos, sombra de patrones, se hacen conscientes, soy la única responsable de mi histérica actitud. Ya que lo sé, necesito trabajar en ello, si una vez pude con él, ¿por qué no ahora?

Tengo la impresión de que han pasado años, cuando en realidad apenas me separan escasos meses. Gracias a ella, aborigen de la montaña, aventurera de mente infinita y reacciones explosivas. Que me descubrió las relaciones infinitas, que intuyó que era el momento y me dio algo tan grande que no tengo brazos para abarcarlo. Tal vez sea mejor así, para no encarcelarlo y que pueda volar libre.

Viajábamos por una sinuosa carretera de La Vall de la Gallinera. Montañas mediterráneas, olor a pino, a arcilla y a tomillo; mil grados de temperatura, yo leyendo el texto, ambas debatiendo. Ambas creciendo.



"Relaciones Infinitas", texto original de David Sandstrom publicado en el fanzine sueco Handbook for Revolutionaries.

Dejo un enlace porque aunque no compartas sus ideas, es bastante interesante y enriquecedor conocer un punto de vista diferente.

http://www.crimethinc.com/espanol/relaciones.html

domingo, 18 de octubre de 2009

"El loco" Gibrán Jalil Gibrán

Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió. 
Un día, mucho antes de que nacieran algunos dioses, desperté de un profundo letargo y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando: 
-“¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!”
Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, algunas personas, llenas de horror, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:  
-“Miren! ¡Es un loco!”  
 Alcé la cabeza para mirarlo, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité: 
-“¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!”

Fue así que me convertí en un loco.

Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.
Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.

viernes, 16 de octubre de 2009

La Valletta

El furioso romper de las olas se percibe como un murmullo en esa plaza de suelo arenoso. Su exuberante vegetación y la noche guardan encuentros furtivos, atemporales, como el entorno en el que tienen lugar.

Al fondo, un portón de madera incrustado en una enorme pared de piedra caliza. Recuerda a una iglesia, quizás porque a veces sirve como tal.

Dos personas se han sentado a sus pies, una frente a otra mirándose hebrias y divertidas. Han dejado atrás miedos y contradicciones tan habituales en nosotros, los seres humanos, como la necesidad de control o la idolatría. Sí, lo que ha ganado la alcoholizada carrera de impulsos es el deseo de probar el sabor de ambas bocas, porque sus olores los conocen mejor que a sus propias vidas.

Unos labios sonríen, otros se acercan peligrosamente y se abren paso a través de la sonrisa. Las respiraciones, el son del mar, el crujir de la arena, las lenguas, se mezclan durante segundos, meses, años...

De pronto, se crea un abismo.

- No podemos.- dice incorporándose la que está tumbada en la arena dejando sin besos ni palabras a la mujer que tiene sentada sobre sus caderas- esto es Malta, ya sabes que sería de nosotras...

Mientras oye argumentos insostenibles se recuerda a sí misma años atrás llena de dudas y miedos.

- Claro... no pasa nada.- contesta finalmente con una mueca que recuerda vagamente a una sonrisa. Aunque duda que ella consiga verle a tantos kilómetros de distancia.

Sabiendo terminado ese momento se deja llevar lanzándose al vacío y robandole el aliento por última vez. Se levanta sin dejar de sonreir, llena de vida. Le tiende una mano y le regala una mirada, ojos llenos de preguntas sin respuesta. Sí, ella es capaz de expresar todo eso porque así lo está sintiendo.

El crujir de los lentos pasos se va alejando dejando lugar otra vez al eterno rumor marino.

Las dos siluetas negras se van perdiendo en el horizonte.

La de la derecha piensa - Qué acabo de hacer...

La de la izquierda otorga.

Porque al final una decide qué decir, qué hacer y qué callar.

martes, 6 de octubre de 2009

Richard Avedon


Dos años atrás, visitando el museo Louisiana tuvimos la suerte de coincidir con una exposición titulada "Richard Avedon. Photographs 1946-2004". Encantados con el hallazgo, recuerdo ir comentando entusiasmada con mi hermano los trabajos expuestos. Casualmente hace unos días un amigo me contó una experiencia similar vivida este verano en el MoMa. A raíz de esta conversación se desperezó mi curiosidad y comencé a buscar más información acerca de su trabajo y su vida.

Me encontré a un polifacético fotógrafo que fue todo un revolucionario en su campo. Tanto por el contexto en el que tomó las instantáneas, especialmente dentro del mundo de la moda, como por el método utilizado. Consiguiendo así ver, extraer y expresar la esencia de los diferentes modelos en sus trabajos.
Retrató al genero humano en su totalidad, desde un mundo lleno de lujos y excesos como es el de la moda, pasando por las grandes personalidades de la época, hasta humildes personas del oeste estadounidense separado y diferenciado totalmente del otro mundo y en definitiva, del sueño americano.
Encontré también entre el grueso de su trabajo impactantes fotografías de los enfermos de un hospital psiquiátrico y una serie que le hizo a su padre los 7 últimos años de su vida sobrecogedora.


A continuación unas pocas fotografías suyas:
















"Dovima con elefantes" 1955
















"Lauren Hutton" 1968








"Bob Dylan"










































"Arundhati Roy" 1998























3 fotografías de la serie "In the American West"




























































Su padre, Jacob Israel Avedon.























Me gustaría añadir que el objetivo real de esta entrada no era evaluar su trabajo ni deshacerme en halagos hacia su persona sino picar la curiosidad para que cada uno indague.
Espero haberlo conseguido y que con ello que disfrutes tanto como yo descubriendo a este brutal artista.


"New York live #8" Harlem, 1949





















Si te gustan las imágenes te recomiendo mirar en esta web y estos libros:

http://www.richardavedon.com/

"An autobiography" Richard Avedon Avedon, 1993

"In the American West" Richard Avedon Avedon, 1985




"Si pasa un día sin que haga algo relacionado con la fotografía, es como si hubiera dejado algo esencial de mi existencia, como si hubiera olvidado despertarme. Sé que el accidente de que sea un fotógrafo ha hecho mi vida posible" Richard Avedon.





















Richard Avedon 1923- 2004

lunes, 5 de octubre de 2009

Casi las tres. Octubre recién estrenado, melancólico y silencioso se abre paso en mi leonera. Todo es tan... estéril.

Un leve gemido asciende desde mis pies. Sí, para ella también llegó el otoño. La joven pantera que acompaña mis días está perdiendo al hijo que nunca tuvo.

La oscuridad danza al ritmo de nuestras tranquilas respiraciones, la miro absorta, o lo que es igual, miro al infinito, reflejo de mis reflexiones, cada vez menos ricas, cada vez más primitivas. Quizás porque me fui perdiendo, porque con cada beso que regalé, se me escapó un fragmento del alma, quedando únicamente el absurdo envoltorio que la reservaba sin demasiado entusiasmo.

Buscaba nutrirme en un mundo degenerado, buscaban nutrirse de un ser en decadencia.

Y ahora, con la piel surcada de arrugas y las primeras canas, miro atrás y no veo. Busco y no encuentro. Interacciono con la gente y las miradas no se cruzan. En un mundo automatizado me quiero mover y los hilos de la inmensa red a los que estoy enganchada me lo impiden. Me abriría en canal para abandonar este caparazón de carne y vello si no intuyera que nada queda dentro que pueda salir volando, aunque sea para quemarse con el Sol y morir.

Ya no me llena ni el húmedo aire de esta oscura estación.

Un llanto nace de mis pies.

¿Cómo debe ser recibir un abrazo de alguien vacío?

Se tranquiliza. Tal vez también consuela.

"Demian" H. Hesse

Quería tan sólo intentar vivir lo que tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme tan dificil?

INTRODUCCIÓN

Para contar mi historia tengo que empezar muy atrás. Si fuera posible, tendría que remontarme más, hasta los primeros años de mi infancia e incluso hasta la lejanía de mi procedencia.

Los poetas, cuando escriben novelas, acostumbran a actuar como si fueran Dios y pudieran dominar totalmente cualquier historia humana, comprendiéndola y exponiéndola como si Dios se la contase a sí mismo, sin velos, esencial en todo momento. Yo no soy capaz de hacerlo, como tampoco los poetas lo son. Sin embargo, mi historia me importa más que a cualquier poeta la suya, pues es la mía propia, y además es la historia de un hombre: no la de un ser inventado, posible, ideal o no existente, sino la de un hombre real, único y vivo. Lo que esto significa, un ser vivo, se sabe hoy menos que nunca, y por se destruye a montones de seres humanos, cada uno de los cuales es una creación valiosa y única de la naturaleza. Si no fuéramos algo más que seres únicos, sería fácil hacernos desaparecer del mundo con una bala de fusil, y entonces no tendría sentido contar historias. Pero cada hombre no es solamente él; también es el punto único y especial, en todo caso importante y curioso, donde, una vez y nunca más, se cruzan los fenómenos del mundo de una manera singular. Por eso la historia de cada hombre, mientras viva y cumpla la voluntad de la naturaleza, es admirable y digna de toda atención. En cada uno se ha encarnado el espíritu, en cada uno sufre la criatura, en cada uno es crucificado un salvador.

Pocos saben hoy qué es el hombre. Muchos lo presienten y por ello mueren más tranquilos, como yo moriré cuando yo haya de escribir esta historia.

No puedo adjudicarme el título de sabio. He sido un hombre que busca, y aún lo sigo siendo; pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino que comienzo a escuchar las enseñanzas que me comunica mi sangre. Mi historia no es agradeble, no es dulce y armoniosa como las historias inventadas. Tiene un sabor a disparate y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que ya no quieren seguir engañándose a sí mismos.

La vida de todo hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero. Ningún hombre ha llegado a ser él mismo por completo; sin embargo, cada cual aspira a llegar, los unos a ciegas, los otros con más luz, cada cual como puede. Todos llevan consigo, hasta el fin, los restos de su nacimiento, viscosidades y cáscaras de huevo de un mundo primario. Unos nunca llegan a ser hombres; se quedan en rana, lagartija u hormiga. Otros son mitad hombre y mitad pez. Pero cada uno es un impulso de la Naturaleza hacia el hombre. Todos tenemos orígenes comunes: las madres; todos procedemos del mismo abismo; pero cada uno tiende a su propia meta, como un intento y una proyección desde las profundidades. Podemos comprendernos los unos a los otros, pero sólo a sí mismo puede interpretarse cada uno.