sábado, 20 de noviembre de 2010

La vie en rose

Durante la postguerra viví en una pensión del barrio de Montmartre. Mi habitación tenía un balconcito que daba a un callejón lleno de prostitutas por el que apenas pasaba un coche. Una noche recuerdo que un gran escándalo me despertó. Una chica borracha gritaba y lloraba desconsolada. Le contaba a las putas que su hombre había terminado con ella. Poco a poco las luces de todos los vecinos se fueron encenciendo, salíamos a las ventanas y balcones preguntando que qué pasaba. Mientras, abajo, la chica hablaba de una canción, de moda entonces, que le recordaba a él. Espontáneamente primero una, luego todas, empezaron a cantar.


"Des yeux qui font baisser les miens,

Un rire qui se perd sur sa bouche,
Voilà le portrait sans retouche
De l'homme auquel j'appartiens..."



Poco a poco dejamos de hablar entre nosotros y también nos unimos al coro callejero.



Quand il me prend dans ses bras,

Qu'il me parle tout bas,
Je vois la vie en rose.


Il me dit des mots d'amour,
Des mots de tous les jours,
Et ça m' fait quelque chose...



Antes de que la canción terminara la figura menuda había emprendido su camino callejón arriba, quién sabe hacia dónde. La gente de los pisos, que ya se había olvidado de ella, continuaron hablando con las mujeres de la calle y con los demás vecinos.

Así era el París que yo conocí y que siempre recordaré.









"La noche sugiere, no enseña.
La noche nos encuentra y nos sorprende por su extrañeza; ella libera en nosotros las fuerzas que, durante el día, son dominadas por la razón..."
(Brassaï)



Fotografías de Brassaï
"La prostitute" y "Les escaliers de Montmartre".

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