viernes, 16 de octubre de 2009

La Valletta

El furioso romper de las olas se percibe como un murmullo en esa plaza de suelo arenoso. Su exuberante vegetación y la noche guardan encuentros furtivos, atemporales, como el entorno en el que tienen lugar.

Al fondo, un portón de madera incrustado en una enorme pared de piedra caliza. Recuerda a una iglesia, quizás porque a veces sirve como tal.

Dos personas se han sentado a sus pies, una frente a otra mirándose hebrias y divertidas. Han dejado atrás miedos y contradicciones tan habituales en nosotros, los seres humanos, como la necesidad de control o la idolatría. Sí, lo que ha ganado la alcoholizada carrera de impulsos es el deseo de probar el sabor de ambas bocas, porque sus olores los conocen mejor que a sus propias vidas.

Unos labios sonríen, otros se acercan peligrosamente y se abren paso a través de la sonrisa. Las respiraciones, el son del mar, el crujir de la arena, las lenguas, se mezclan durante segundos, meses, años...

De pronto, se crea un abismo.

- No podemos.- dice incorporándose la que está tumbada en la arena dejando sin besos ni palabras a la mujer que tiene sentada sobre sus caderas- esto es Malta, ya sabes que sería de nosotras...

Mientras oye argumentos insostenibles se recuerda a sí misma años atrás llena de dudas y miedos.

- Claro... no pasa nada.- contesta finalmente con una mueca que recuerda vagamente a una sonrisa. Aunque duda que ella consiga verle a tantos kilómetros de distancia.

Sabiendo terminado ese momento se deja llevar lanzándose al vacío y robandole el aliento por última vez. Se levanta sin dejar de sonreir, llena de vida. Le tiende una mano y le regala una mirada, ojos llenos de preguntas sin respuesta. Sí, ella es capaz de expresar todo eso porque así lo está sintiendo.

El crujir de los lentos pasos se va alejando dejando lugar otra vez al eterno rumor marino.

Las dos siluetas negras se van perdiendo en el horizonte.

La de la derecha piensa - Qué acabo de hacer...

La de la izquierda otorga.

Porque al final una decide qué decir, qué hacer y qué callar.

2 comentarios:

  1. Si hubieran acabado la noche abrazadas no creo que hubiera sido tan bonita. Las historias tristes no me gusta sentirlas en primera persona, pero sí en tercera.

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  2. gracias... a mi tp, pero tb así se crece un poquito ¿no?

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