martes, 29 de diciembre de 2009

Hibernum


Finalmente llegó el muy cabrón.
Y con él se acabaron los paseos por la playa.
Miento.

Hace mucho que no respiro la brisa yodada y no es por culpa del invierno. Es porque no me apetece salir de casa si no tengo un buen motivo, ni volver a ella si no tengo otro.

Ni siquiera la brisa se parece a aquella que nos quemaba aquel día cuando te volví a envolver con las piernas en el agua escandalizando a las marujas.
Ya no te acordarás de lo escribo, pero yo tengo una foto de una casa en ruinas que me arranca pícaras sonrisas.
No preguntes el porqué.
Siempre me ha podido el morbo.
¿Recuerdas el campo de naranjos que nos clavó piedras por todo el cuerpo?
Que más dará.
Igual sin esa foto ni yo misma me acordaría.
Miento otra vez.

Ahora todo es diferente, cambié la refrescante cerveza por el cálido vino.
Ahora me meto en los baños en busca de calor, de roces fugaces y gemidos mudos.
Sinceramente, el "ahora" está de más, esta es una mis sanas costumbres que me gusta mantener a lo largo de todo el año.

Y me siento bien conmigo y por eso también me siento bien contigo. Ya no le doy vueltas a las cosas obsesivamente, y me va mejor, mucho mejor, aunque a veces necesite una patada para salir de ciertos círculos viciosos en los que tengo la maldita manía de meterme, torpe mente, sin razón.




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