miércoles, 13 de enero de 2010

X es

Me han vuelto a sorprender curioseando por la cerradura de un lugar donde no he sido  invitada. Ni lo seré jamás, pero recién ahora lo se. 
Es por eso que ocurren este tipo de finales, por estar mirando hacia donde no se debe, hacia una intimidad ajena.
Antes soltaban a los perros, pero eso ya no funciona porque los mordiscos me enseñaron a someterme y ahora me sienten como una más. 


Y así fue como un frío día de lluvia, arrodillada una vez más, absorta en mi pequeño y molesto vicio, abrieron la puerta. No vi la oscura figura que se sobresaltó al encontrarme, pues sólo tenía ojos para el mundo que se me estaba ofreciendo. La luz me había deslumbrado, intentaba retener en mi memoria todo lo que pudiera aunque la ceguera fuera mi eterna condena tras la exposición a tan brillante claridad. Pero el resplandor que me ciega a la par que me ofrece delicias, me expone. En este instante no es algo que me preocupe. Pero obvio, la silueta siente invadido su celoso espacio. Me empuja, caigo al suelo de cara. Permanezco inmóvil como el animal asustado que soy.

Con más miedo que rabia me clava sus diez espadas, una tras otra por la espalda porque esas cosas a la cara no es capaz de hacerlas, el pánico actúa en su lugar. 
Sabor a sangre y tierra en mi boca, humedad, escalofríos... de todo menos lágrimas.


¿Así es como va a terminar esta vez la historia?
!No¡ !Mira¡ fíjate en el horizonte, se aleja la tormenta, parece que mañana por fin va a salir el Sol.


Sin embargo al día siguiente llovió.

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